La gestión pasiva, también conocida como indexación, es una estrategia de inversión centrada en replicar el rendimiento de un índice de mercado específico en lugar de intentar superarlo. Este enfoque se basa en la hipótesis del mercado eficiente (HME), el cual sugiere que los precios actuales del mercado reflejan toda la información disponible, lo que dificulta batir sistemáticamente al mercado mediante un trading activo.
Replicación de índices:
La gestión pasiva consiste en crear un portafolio diseñado para imitar el comportamiento de un índice de mercado, como el S&P 500 o el Dow Jones Industrial Average (DJIA). Normalmente, esto se consigue a través de vehículos de inversión como los fondos indexados o los fondos cotizados (ETF).
Trading activo mínimo:
A diferencia de la gestión activa, que implica la compra y venta frecuente de activos para aprovechar las ineficiencias del mercado, la gestión pasiva se basa en una estrategia de comprar y holdear. El principal objetivo es igualar los rendimientos del índice en lugar de superarlo.
Costos y comisiones más bajos:
La gestión pasiva suele tener comisiones y costos operativos inferiores a los de la gestión activa, debido al menor número de transacciones y a una investigación menos intensiva, lo que lleva a comisión por gestión y ratios de gastos más bajos.
Riesgo reducido:
Al tratar de replicar un amplio índice de mercado, la gestión pasiva reparte el riesgo entre una amplia gama de activos, lo que reduce el impacto de los resultados negativos de una sola inversión.
Rentabilidad:
Las menores costos de trading y comisiones asociados a la gestión pasiva la convierten en una opción atractiva para muchos inversores, en particular para los que buscan crecimiento a largo plazo sin incurrir en gastos elevados.
Consistencia:
La gestión pasiva ofrece retornos más predecibles ya que se alinea con el comportamiento del mercado en general, lo que atrae a los inversores que dan prioridad a la estabilidad frente a los posibles altibajos de la gestión activa.
Simplicidad:
La sencillez de seguir a un índice hace que la gestión pasiva sea fácil de entender y aplicar, lo cual la hace más accesible a una amplia gama de inversores.
Históricamente, las estrategias de gestión pasiva han superado a menudo a las de gestión activa, sobre todo después de contabilizar las comisiones y los riesgos más elevados asociados al trading activo. La creciente popularidad de la inversión pasiva, especialmente tras la crisis financiera de 2008, subraya su atractivo para los inversores que buscan ganancias estables a largo plazo.
En el contexto de las criptomonedas, la gestión pasiva puede aplicarse a través de fondos de índice cripto, que invierten en una cesta diversificada de criptomonedas para replicar el rendimiento de un índice cripto específico, proporcionando a los inversores exposición al mercado de criptomonedas más general sin necesidad de una gestión activa.