Diferencias clave entre la Web3 y el metaverso y cómo funcionan juntos
Desde su creación a principios de la década de 1990, la Internet se ha convertido en una de las herramientas tecnológicas más valiosas, ya que ofrece acceso instantáneo al conocimiento colectivo de la humanidad estés donde estés. Sin embargo, como cualquier tecnología, la Internet necesita una actualización que responda mejor a las necesidades modernas, y estamos a punto de experimentar una era transformadora de la World Wide Web.
En los últimos años, dos modelos diferentes han pasado al primer plano: por un lado, tenemos la Web3 y, por otro, el metaverso. En los últimos años, dos modelos diferentes han pasado al primer plano: por un lado, tenemos la Web3 y, por otro, el metaverso.
El despertar de la Web3
Para entender el surgimiento de la Web3, debemos trazar brevemente la trayectoria de la Internet en las últimas tres décadas. La Web1 surgió a principios de los 90 y perduró hasta 2004 aproximadamente. Durante los inicios de la Internet, los sitios web eran principalmente de "solo lectura", y la mayoría de los usuarios se limitaba a consumir información de sitios web alojados por diversas empresas.
Poco después del comienzo del nuevo milenio, las redes sociales ganaron protagonismo, lo que marcó el comienzo de la Web2. Esta era se centraba no solo en la navegación, sino también la participación activa a través de la publicación y la contribución de contenido. Esto marcó el inicio de la fase de "lectura y escritura" de la World Wide Web, donde los usuarios pueden crear contenido que se aloja en servidores. Sin embargo, a pesar de las contribuciones, el contenido de los usuarios sigue estando bajo el control de estas grandes empresas y corporaciones.
Y ahí es donde entra la Web3. La Web3, un concepto acuñado por Gavin Wood, cofundador de Ethereum, se centra en la descentralización de Internet. El objetivo es responder a las preocupaciones de muchos usuarios que consideran que un puñado de empresas privadas posee demasiado control y poder sobre la Internet actual y que el sistema requiere mucha confianza en estas entidades para funcionar correctamente. La solución a este problema es una estructura totalmente descentralizada que permita a los usuarios de Internet no solo leer y escribir contenido, sino también poseerlo.
Esencialmente, la Web3 encarna cuatro características clave que revolucionarán la web. En primer lugar, como ya mencionamos, la nueva infraestructura está descentralizada, lo que garantiza que ninguna entidad ni un pequeño grupo de grandes empresas posea parte alguna de Internet. En segundo lugar, la Web3 funciona sin permisos, lo que significa que cualquiera puede participar y acceder a la Internet sin exclusión. En tercer lugar, la Web3 se basa en un sistema sin confianza, lo que elimina la necesidad de depender de terceros. En su lugar, se ofrecen incentivos económicos para animar a los participantes a actuar en favor del interés común. Por último, para facilitar estos incentivos, la Web3 cuenta con su propio sistema de pago nativo en forma de criptomonedas, que elimina la necesidad de intermediarios como bancos y procesadores de pagos.
El surgimiento del metaverso
Aunque se ha hablado mucho de la Web3 desde que surgió la idea en 2014, en los últimos años, otro concepto también ha acaparado gran atención: el metaverso. El término tiene su origen en la novela de ciencia ficción Snow Crash (1992), y el concepto se ha desarrollado posteriormente en otras obras populares, como Ready Player One (2001).
El término "metaverso" se utiliza ahora comúnmente para describir el concepto de entornos virtuales permanentes e interconectados en los que los usuarios pueden interactuar entre sí y con su entorno utilizando diversos dispositivos, como auriculares y sistemas de realidad virtual y aumentada. Sin embargo, como ecosistema que muchas empresas y desarrolladores ven como el siguiente paso en la evolución de Internet, el concepto se ha ampliado naturalmente para incluir una gama mucho más grande de tecnologías.
La visión ha evolucionado hacia un mundo virtual integrado en el que todas las plataformas están interconectadas, lo que permite a los usuarios navegar por estos entornos digitales sin contratiempos mediante sus avatares personalizados. Desde espacios recreativos e instituciones productivas hasta establecimientos comerciales, este metaverso busca emular fielmente nuestra vida cotidiana física en el ámbito digital.
Aunque todavía falta algún tiempo para que algunas de estas características se hagan realidad, ya estamos viendo cómo se implementan varias experiencias similares al metaverso utilizando tecnologías existentes. Los conciertos de música organizados en Fortnite, las aventuras en World of Warcraft y el trabajo colaborativo en plataformas como VR Chat y Horizon Workrooms de Meta son algunos ejemplos de espacios virtuales que reúnen a personas para realizar actividades que convencionalmente se llevan a cabo en entornos físicos. La diferencia clave es que estos entornos son todos independientes entre sí, como metaversos separados en lugar de un metaverso unificado.
De hecho, varias empresas tecnológicas ya han empezado a desarrollar sus propios metaversos, entre ellas Meta (antes Facebook), Microsoft, Nvidia, Roblox y Epic Games. Así, es probable que, en lugar de un único metaverso universal como el Oasis de Ready Player One, tengamos múltiples metaversos distintos de diferentes empresas compitiendo por la popularidad y la adopción. Quienes están a favor de una experiencia web más descentralizada plantean las mismas preocupaciones que surgieron con la Web2: que un pequeño número de empresas posea un control excesivo sobre la Internet. La solución a todos estos desafíos es la Web3.
Diferentes pero complementarios
A primera vista, la Web3 y el metaverso ideal son dos visiones del futuro de la Internet que aparentemente se centran en cosas muy distintas. El primero parece crear una estructura más democratizada para la World Wide Web, mientras que el segundo espera hacer de la navegación por la Internet una experiencia más inmersiva. Ambas se ocupan de cuestiones distintas: la Web3 se centra más en la liberación del sistema en su totalidad y el metaverso, en cambio, en la experiencia del usuario final. La creación de una World Wide Web descentralizada no conduce necesariamente a un metaverso, ni la creación de un metaverso democratiza necesariamente la Internet. Sin embargo, como ya te habrás dado cuenta, la Web3 y el metaverso se complementan muy bien.
Como mencionamos en la última sección, uno de los problemas centrales del metaverso (o, como esperamos, de los múltiples metaversos) es que el poder sobre la Internet seguirá en manos de unos pocos grandes actores. La construcción de un auténtico metaverso con tecnología Web3 solucionaría este problema y daría el control del mundo virtual a sus usuarios. Al crear un espacio digital 3D universal y descentralizado, los usuarios pueden navegar sin problemas por diferentes entornos y, a la vez, conservar la propiedad sobre sus identidades, datos y contribuciones de forma segura.
Por supuesto, también hay otros aspectos en los que los dos modelos funcionan a la par. El metaverso usa las monedas digitales para el intercambio de bienes y servicios. Las tecnologías Web3, como los tokens no fungibles (NFT) y las criptomonedas, pueden proporcionar una propiedad segura tanto de activos como de reservas de valor. Además, pueden desarrollarse dApps (aplicaciones descentralizadas) y DAO (organizaciones autónomas descentralizadas) para mejorar el metaverso y crear experiencias totalmente nuevas. Al mismo tiempo, los creadores y usuarios conservarían el control sobre él y podrían decidir juntos cómo debe proceder el desarrollo. De este modo, la Web3 es crucial para la democratización del metaverso.
El futuro de la Internet
Aprovechando las características de la Web3 que hemos comentado, la Internet tiene el potencial de evolucionar hacia un metaverso libre de censura y oligopolios. Aunque ambos modelos del futuro de la web existen desde hace unos años, aún estamos en una fase muy temprana de desarrollo y, sin duda, estas tecnologías tardarán un tiempo en proliferar. Dicho esto, la industria tecnológica está en constante evolución, y la aparición de un nuevo sistema en un futuro próximo podría revolucionar las economías mundiales y la forma en que nosotros, como individuos, interactuamos en sociedad.